СМ-Клиника y chequeo sin ansiedad: la filosofía del cuerpo inspirada en Da Vinci

      El 30 de julio, el restaurante-invernadero PARK se convirtió en un lugar donde las fronteras entre la ciencia, el arte y el bienestar personal se desdibujaron. Ese día el cuidado de uno mismo sonó de un modo nuevo: profundo, intelectual, refinado. El evento inmersivo «Energía de la juventud. Código de salud», organizado por SM-Clinic conjuntamente con el canal de televisión LisChannel, transformó la agenda médica en un gesto cultural.

      La inspiración fue Leonardo da Vinci —una figura en la que se entrelazaron precisión, belleza, filosofía y pasión por la vida. Y no fue casual que fuera su imagen la que recibiera a los invitados: un actor en el papel del Maestro acompañaba a cada uno en un viaje personal —hacia el interior. El espacio se dividió en dos zonas conceptuales. La «Estación de la Mente» ofrecía duelos intelectuales —como un gimnasio para la atención y la curiosidad. La «Estación de la Elección» convertía a cada invitado en el protagonista de su propia disyuntiva: ¿impulso o equilibrio? El cierre consistía en recibir un mensaje en latín —no como un ritual anticuado, sino como un punto de fijación del propio estado interior.

      Probablemente el propio Da Vinci habría apreciado el inicio del día: la actuación del ilusionista Alexéi Mijáilov no fue tanto un espectáculo como una afirmación filosófica. La ilusión, como parte de la percepción, recordaba que nuestra mirada sobre la realidad es frágil. Y es la conciencia la que nos acerca a lo auténtico. No se trató de engaño, sino de atención —a los detalles, a uno mismo, al momento. Después, tres intervenciones de médicos que sonaron como conferencias íntimas, o incluso como diálogos con el alma. Marina Dzidzaria, médica endocrinóloga, dietista, candidata en ciencias médicas, habló de la energía interior como un recurso que requiere amor y disciplina. Ni una palabra sobre diagnósticos —solo el lenguaje de los ritmos, las señales y la ternura. Anastasia Safronova, obstetra-ginecóloga, introdujo con delicadeza el tema de la salud femenina como arquitectura —no de síntomas, sino de armonía. Su discurso fue sutil, íntimo, libre de clichés: sobre la ciclicidad, la fuerza suave y cómo aprender a dialogar con el propio cuerpo. Cerró el bloque Irina Poliaeva, cardióloga, candidata en ciencias médicas, cuyo relato sobre el corazón se convirtió en una auténtica meditación filosófica. Ella habló no solo de la tensión y los ritmos, sino también del corazón como metáfora: como el primer péndulo de nuestra vida y un delicado barómetro del estado del alma.

      Después, un concurso en el que frases filosóficas en latín sonaban desde la pantalla y los invitados buscaban intuitivamente su sentido. No se trataba de conocimientos, sino de reconocimiento. Los aforismos latinos —no como piezas de museo, sino como espejos de significados personales. En el cierre, la performance del teatro de danza OZMA. No hubo palabras, solo cuerpos —expresivos, vivos, sinceros. Su plasticidad parecía encarnar aquello de lo que hablaron los médicos durante toda la noche: ritmo, impulso, respiración, silencio, movimiento. El momento en que la filosofía se unió con la corporalidad. Fue en esa fusión donde se encontró el «Código de salud».

      SM-Clinic propuso una nueva tendencia: la salud como estética de la vida, como forma de atención, como cultura. No miedo, no obligación, no sintomatología, sino una relación sutil, individual, casi artística con uno mismo. Y quizá eso —precisamente eso— sea la nueva feminidad: no recargada, no ostentosa, sino profunda, reflexiva, receptiva. Cuerpo, mente, alma —en armonía. Esto no es una tendencia. Es un estilo.

      Existen contraindicaciones. Consulte con un especialista.