El autor de su propia realidad

      En una entrevista para la revista, Elena Yurgilas —presentadora de eventos, conductora de televisión y modelo—, en vísperas del Año Nuevo, opta por no hablar de planes, sino de sentidos.

      Sobre ese raro momento entre lo que se va y lo que viene, cuando uno puede permitirse una pausa. Desacelerar. Escucharse a sí mismo. Elena compartió reflexiones sobre la autoría interna, la atención al propio camino y la habilidad de apropiarse de lo vivido —no como un resultado, sino como un valor.

      — Cuando me preguntaron sobre qué me gustaría escribir en este artículo, miré por la ventana y vi en el patio del edificio donde vivo un árbol de Navidad decorado con guirnaldas. Y, sin embargo, ayer todavía no estaba allí. Como tampoco estaba la pregunta de si quería escribir este artículo. Como tampoco una comprensión clara de cómo sería mi 2025 —en 2024. Y ahora no sé exactamente cómo será mi 2026. Probablemente en eso nos parecemos mucho. Cada uno de nosotros tiene su propia historia única de cómo vivió el año que se va. Lo que esperábamos. Y lo que no esperábamos en absoluto. Cada uno de nosotros se apoyó en algo propio.

      — Recientemente mi amiga —una conocida bloguera— dijo una frase que me conmovió mucho: «Qué agradecida estoy con el Universo por estar rodeada de gente tan maravillosa. Cada día le doy las gracias por las personas sensibles, comprensivas y que me apoyan». Y, por supuesto, estoy de acuerdo con ella. Pero les diré un secreto: yo vi cuánto trabajo hay detrás. Cuántos libros leídos. Cuántas conversaciones sinceras consigo misma. Cómo aprendió a sentir sus límites y a respetar los límites de los demás. Cuánta energía se necesitó para buscar sentido, para seguir su misión, para crear ese espacio donde son posibles el apoyo, el crecimiento y el éxito.

      Y en ese momento me entró el deseo de hacer una pregunta: ¿por qué tan raramente nos agradecemos a nosotros mismos? ¿Por qué no siempre nos prestamos atención? Todavía no he desentrañado por completo ese enigma.

      Y, quizá por eso, en este ajetreo festivo, en este tiempo lleno de acontecimientos, me gustaría proponernos a todos hacer una pausa. Conectarnos con nosotros mismos. Apropiarnos de nuestro trabajo y de nuestros resultados. Encontrarnos con nuestro yo auténtico.

      Hagámoslo ahora mismo. Pongan la mano en el centro del pecho. Hagan una inhalación profunda y una exhalación más tranquila y larga. Y díganse a sí mismos: «Yo existo. Estoy aquí». — Esa es la pausa. Ese es el suspiro. Para reconocer: todo lo que han vivido no es casualidad. Todo lo que tienen ha sido creado por su esfuerzo, por sus decisiones, por su atención. Apropiarse de la autoría de la propia vida.

      Nosotros mismos creamos nuestra realidad. Y puede ser muy diversa. Depende en gran medida de nuestros pensamientos, de nuestros apoyos, de hacia dónde dirigimos la mirada.

      Podría no haber notado ese árbol en el patio. Podría no haber recibido la propuesta para escribir este artículo. Pero en la realidad que yo creo hay lugar para la alegría. Veo el árbol y me alegro de él. En mi realidad soy valiosa e importante, y a la gente le interesan mis pensamientos. Y por eso sigo mi misión: ser conductora de emociones vivas. Eso es lo que significa para mí ser presentadora de eventos.

      Y si en mi realidad hay un eco, significa que voy hacia donde debo. Tal vez el Universo me escucha y envía confirmaciones. O quizás creamos este mundo juntos —paso a paso, elección tras elección.

      Y si después de leer este artículo se detienen por un instante, se sienten a sí mismos, su camino, su esfuerzo, significará que todo fue valioso. Porque la persona más importante con la que vale la pena recibir el Año Nuevo es uno mismo.